Soy una persona comprometida con la vida en todas sus expresiones y dimensiones, aunque lo que más me conmueve y cautiva es todo aquello acerca de la vulnerabilidad humana.
Me interesa y genera curiosidad el implícito de las personas, el submundo que nos acompaña más allá de lo aparente y la evidencia de lo mucho que nos condiciona, aun cuando mayormente no somos conscientes de ello.
Siento que la condición humana viene con una doble posibilidad: lo que más puede herirnos y lo que más puede sanarnos.. Y el fino hilo entre una y otra tiene que ver con la vulnerabilidad, esta cualidad tan humana a través de la cual podemos transformar lo más frágil en el mayor de los recursos.
“Jo no soy mi historia, pero mi historia vive en mí», decía D.Boadella.
Concibo a las personas como un continuum de nuestra historia que va sumando experiencias a través de las cuales genera una visión única y a la vez parcial del mundo. Se nos reduce la mirada y perdemos de vista la infinidad de opciones que nos ofrece la vida.
Esta maravillosa estrategia, imprescindible para sobrevivir, a menudo nos aleja de nuestro núcleo inocente, genuino, creativo y expansivo.
Aunque pueda parecer paradójico, lo que nos ayuda a sobrevivir y nos defiende y protege de las amenazas, nos aleja, en la misma medida, de la vida plena, disponible y abierta al amor.
Volver al corazón, acordarme de quién soy es desandar parte del camino poder revisar la historia para resignificarla, recibir eso que necesité y que nadie pudo darme cuando lo necesitaba, para volver hacia adelante con una mayor perspectiva y espacio para el amor.